En los últimos tiempos, se habla muchísimo de los emprendedores y de la importancia de crear empresas para que la economía ruede en este país de caminos de piedras. El gobierno ayuda, los jóvenes soñamos, y de la mezcla de ambos ingredientes van saliendo cientos de proyectos que nos lanzan de golpe a la piscina del mundo empresarial. Algunos caen bien, otros no tan bien.
En el arduo proceso de crear una empresa llega, inevitablemente, ese desconcertante instante en el que te paras quieto y te preguntas a ti mismo: ¿Y cómo coj**** me voy a llamar yo? Pues, precisamente de esto va el post de hoy.
Al proceso del que hablaba se le llama Naming. Algunos hablan de Branding y demás, pero digamos que éste último abarca toda la experiencia de crear una marca. Y, aunque parezca mentira, bastante jodido es ya encontrar un buen nombre como para pasar a más. De momento, claro, porque una vez tengamos el nombre nos tendremos que poner con la identidad visual. En ese orden.
Entre cuatro y seis semanas se tarda en encontrar EL nombre, dicen los expertos. Y es que, los factores a tener en cuenta son muchos, desde conocer la personalidad de la propia empresa hasta encontrar una palabra que produzca ciertas sensaciones en el público. Es «nuestro representante en la tierra» y ha de llevar el mensaje que queremos transmitir. Y todo esto sin olvidar que debe ser único, que no puede estar registrado y que funcione bien en Internet. Os dejo un cartelito que resume bastante bien el proceso del naming.
Una vez tengas el maravilloso nombre de tus amores, haz como hacen las madres primerizas: Llévalo a todas partes. Habla de él, cuéntales a todos lo guapo que es y comienza a pensar en los vestiditos que le vas a comprar (hablo de la identidad visual, ¡no te líes!). Después de todo, la repetición hace de cualquier nombre, EL nombre.
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